Una inversión segura

La Ópera de Goteburgo difícilmente puede pasar desapercibida: es un edificio de 160 metros de fachada que domina la bahía de esta ciudad sueca. Creada por el arquitecto Jan Izikowitz y completada en 1994, aún hoy está considerada una de las óperas más modernas y técnicamente avanzadas del mundo, con una tecnología de iluminación, escenario y sonido de última generación.

En los diversos departamentos del edificio hay un tránsito considerable de gente que entra y sale; además de las 250.000 personas que la visitan anualmente, en ella trabajan 560 personas de forma permanente, y en las funciones trabaja un número similar de empleados temporales. Todos estos empleados portan sus propias tarjetas de acceso.  

Puertas inteligentes
Dado que la ópera funciona a la vez como espacio público y como lugar de trabajo, se ha optado por sistemas de seguridad técnicamente muy sofisticados que permiten un acceso fácil. La Ópera de Goteburgo fue la primera del mundo en instalar una puerta Hi-O de ASSA ABLOY. Hi-O es la abreviatura de Highly Intelligent Opening (Apertura Altamente Inteligente), y es una tecnología basada en un estándar ya establecido para la gestión de productos de puertas electromecánicas. El sistema de puertas Hi-O va conectado a la red de IP del edificio, y el estado de la puerta se controla desde un operador central. Complementa a Hi-O el sistema de seguridad ARX de ASSA, que fue instalado recientemente en todo el edificio. El nuevo sistema muestra el estado de todos los lectores de tarjetas, puertas, alarmas antirrobo y el portero automático de entrada, con lo cual si hay alguna irregularidad es fácil identificar con exactitud dónde se halla el problema. “El sistema ARX nos permite saber rápidamente lo que ocurre en el edificio y es muy fácil de utilizar”, dice Arne Sahlstedt, directora de las instalaciones de la Ópera de Goteburgo.

El sistema ARX reemplazó al antiguo sistema de acceso del edificio cuando, tras 14 años de funcionamiento, las piezas de repuesto empezaron a quedarse obsoletas. “El sistema ARX fue fácil de instalar y requirió muy poca configuración, ya que pudimos construirlo sobre el sistema anterior”, añade Sahlstedt.

El sistema sólo estuvo sin operar en contados momentos de la instalación, y de hecho los empleados no notaron el cambio hasta que se les entregaron las nuevas tarjetas de acceso. “La reacción del personal ha sido extremadamente positiva; las nuevas tarjetas RFID les resultan muy fáciles de utilizar”, dice Sahlstedt. “Basta con tocar el lector con la tarjeta para que la puerta se abra.”  

Cuando se quiere, se puede
Mejorar la seguridad no tiene por qué costar una fortuna ni ser demasiado complicado, señala Sahlstedt. “Cuando actualizamos todo el sistema de seguridad, pudimos utilizar los cables originales y la red informática de la instalación anterior, con lo cual nos ahorramos mucho dinero.”

Tampoco fue muy difícil recibir las subvenciones correspondientes del municipio de Västra Götaland (propietario del edificio) y de la ciudad de Goteburgo, puesto que ambas organizaciones valoran en gran medida la seguridad de los espacios públicos. La Ópera sufrió un serio intento de robo en tan sólo una ocasión, en la década de los 90, cuando alguien logró entrar escalando la pared de la fachada; pero Sahlstedt afirma que los responsables de financiar la seguridad del edificio son conscientes de la importancia de instalar y mantener sistemas de calidad. La gente aún tiene recientes un par de sucesos trágicos acaecidos en la región, y en su opinión tal vez ésta sea una de las razones por las que los refuerzos de seguridad reciben la atención y financiación que merecen.  

Análisis de riesgos
Para justificar las inversiones en seguridad, Sahlstedt elabora un presupuesto anual que establece las medidas necesarias y los costes pertinentes. También lleva a cabo un análisis de los riesgos a partir de las opiniones de unos 20 departamentos. Estos procesos ayudan a Sahlstedt a determinar qué pasos se deben seguir cada año en materia de seguridad, y también a responder de sus peticiones en cuanto a inversiones. En el análisis de riesgos, cada departamento valora el nivel de riesgos (por ejemplo, un incendio, un robo o un accidente en una escala de 1 a 4, siendo 4 el riesgo máximo). Además de robos o allanamientos, la Ópera debe tener en cuenta otros riesgos: con tanta actividad entre bastidores (enormes decorados que se trasladan de un lugar a otro, ajustes de luces y cableado eléctrico, cambios de vestuario en un abrir y cerrar de ojos), es vital prohibir el acceso al backstage a personas no autorizadas si se quieren evitar incidentes.

Al tratarse de un espacio público de primera clase, la Opera podría ser también blanco de ataques terroristas. “Las probabilidades de un ataque terrorista aquí son más bien bajas, pero las consecuencias serían del grado 4 en la escala de análisis de riesgos. El incidente de Moscú (en el que un grupo de guerrilleros asaltó la Ópera de Moscú en 2002, con un saldo de más de 100 muertos) es un ejemplo de lo que digo”, dice Sahlstedt. En su opinión, la Ópera de Goteburgo ha logrado un buen equilibrio entre seguridad y comodidad. “Los empleados deben poder moverse con libertad entre la zona del escenario y otras zonas sin que las medidas de seguridad obstaculicen las actividades del recinto”, explica.

Durante un espectáculo, por ejemplo, los artistas necesitan acceder a los camerinos para cambiarse rápidamente de traje, por lo que no pueden andar pensando en llaves, tarjetas o mandos a distancia. Al emitir números de seguridad personales para los empleados, se ha podido mantener la seguridad en los camerinos de la Ópera sin tener que interrumpir una sola representación.

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