Tiendas cada vez más verdes

La conciencia ecológica y el ahorro de energía se han convertido en prioridad de muchos empresarios del comercio minorista, que se están replanteando cosas como la política de “puertas abiertas”.

Hace cinco años, un grupo de amigos discutía en Cambridge el porqué de limitar las políticas de eficacia energética del Reino Unido únicamente al sector residencial. Era invierno, y la nieve se estaba derritiendo en la parte exterior de una tienda de la calle principal, que tenía las puertas abiertas de par en par.

Era invierno, y la nieve se estaba derritiendo en la parte exterior de una tienda de la calle principal, que tenía las puertas abiertas de par en par.

“A ninguno de nosotros se le habría ocurrido poner la calefacción en casa y dejar la puerta abierta”, dice Jeannie Dawkins, que formaba parte del grupo, “pero en las tiendas lo veíamos constantemente.”
Así, encargaron un estudio a la Universidad de Cambridge que demostró que tener las puertas abiertas causaba una pérdida de energía significativa: hasta el 50% del total de la energía consumida. “El coste de este desperdicio se acaba cargando en el precio de los productos”, dice Dawkins.

Así fue como se puso en marcha la campaña Close the Door (Cierra la Puerta), y desde entonces ha recibido el apoyo de comercios de todo tipo y tamaño, desde Tesco y Marks & Spencer hasta pequeños comercios, llevándose además el premio a la mejor campaña en los Climate Week 2012 Awards. close_the_door

“Poco a poco va calando el mensaje”, dice Dawkins, actual director de la campaña, “pero lo hace a un ritmo muy lento si pensamos que es algo fácil y obvio, y además las miles de tiendas que se han sumado a la campaña demuestran que no hay inconvenientes para el negocio.”

Pero algunos comercios sí parecen ver inconvenientes: incluso aquellas empresas que presumen de actividades medioambientales, como Body Shop o Lush, dejan sus puertas abiertas, ya que consideran que una puerta abierta invita al público a entrar.

Reducir emisiones de carbono

Un reciente converso a la causa de Close the Door es la cadena de cafés Costa Coffee. Según Oliver Rosevear, director de energía y medio ambiente, “los estudios demuestran que el número de clientes que entran en un establecimiento con las puertas cerradas no cambia.”

Al fin y al cabo, con la puerta cerrada, se evita que haga un frío tremendo junto a la entrada y un calor insoportable al fondo.

“Seguiremos retando a nuestros fabricantes de puertas e instaladores para que mejoren la operabilidad y longevidad de sus puertas para garantizar facilidad de acceso”

Pero esta nueva política plantea un desafío. Rosevear afirma que Costa Coffee cree que la introducción de puertas automáticas “aumentaría la demanda de electricidad”, lo cual no casaría muy bien con el propósito de Costa de reducir emisiones de carbono. Esto significa que los empleados tal vez tendrían que ayudar a los clientes si éstos decidieran salir a la calle con su café. “Seguiremos retando a nuestros fabricantes de puertas e instaladores para que mejoren la operabilidad y longevidad de sus puertas para garantizar facilidad de acceso”, añade Rosevear.

En Estados Unidos, donde es mucho más habitual que las tiendas se encuentren en centros comerciales, los problemas son diferentes. Las puertas suelen estar siempre abiertas y Joshua Witte, director de programas industriales de la Professional Retail Store Maintenance Association, señala que “a menudo hay dificultades en la relación entre el dueño y el inquilino del local, lo cual es una traba para que se produzcan esfuerzos cooperativos.” Algunas tiendas tienen sus propias políticas corporativas sobre temperatura, y éstas pueden ser distintas de las de los responsables del centro comercial: “En las zonas comunes puede hacer más frío o más calor que en las tiendas, y la presión del aire puede variar de las tiendas al exterior, creando un intercambio no deseado de aire”, explica Witte.

Comercios verdes

En el exterior de los centros comerciales, un buen control de las puertas es un elemento importante a la hora de operar un comercio con eficacia energética, y se trata de un factor básico en el nuevo supermercado ecológico que ha construido Billa, una subsidiaria austriaca del Grupo REWE.

Con un mercado como éste, la cuestión no es tanto el aire frío que entra del exterior como la pérdida de aire frío por parte de los congeladores y expositores refrigerados. El 60% de la electricidad que se utiliza en una tienda normal de Billa se destina a refrigeración.

Pero en cuanto hay movimiento en el interior de la tiePero las puertas tradicionales, con marcos de metal, deben calentarse para evitar que se congelen cuando están cerradas, por lo cual estas puertas se enmarcan con plástico.

“Cuando el aire de la tienda está en reposo”, explica Peter Breuss, director técnico de Billa, “no se produce una gran pérdida, pero en cuanto hay movimiento en el interior de la tienda, el frío empieza a escaparse de los congeladores.”

Lo cual obligó, en primer lugar, a poner puertas a todos los congeladores. Pero las puertas tradicionales, con marcos de metal, deben calentarse para evitar que se congelen cuando están cerradas, por lo cual estas puertas se enmarcan con plástico. Y las luces de neón tradicionales no funcionan bien a temperaturas bajas, por lo cual se utilizan LEDs para la iluminación.

Después está el vestíbulo, pensado para evitar que el aire de fuera entre directamente cada vez que se abre la puerta. Además, las puertas automáticas vienen equipadas con las últimas tecnologías: como señala Peter Breuss, director técnico de Billa, “tenemos mejores sellos y vidrios aislantes, las puertas se abren menos tiempo, y el radar no solo responde al movimiento, sino también a la dirección y a la velocidad.”

Esto significa que el radar puede distinguir entre alguien que camina con decisión hacia la tienda y alguien que simplemente pasea junto al edificio, de modo que este último no hará que la puerta se abra. Aunque la tienda cuenta con una cortina de aire que emite aire cálido hacia la entrada, esta se usa muy poco, puesto que el vestíbulo y las puertas automáticas ya bastan para impedir que entre el frío.

Por la puerta trasera

En el otro extremo del supermercado, las puertas que dan al almacén también se han diseñado especialmente para evitar pérdidas de calor (y accesos no autorizados). Breuss explica que ahora se utilizan puertas de apertura rápida operadas con una tarjeta de RFID, de modo que solo los empleados pueden acceder.
Se trata de un proyecto de muestra, muchas de cuyas ideas se utilizarán más adelante en otros lugares. “Para nosotros es importante contar en la entrada con grandes superficies de cristal que puedan atraer a los clientes”, dice Breuss, “pero esto puede generar un calor excesivo, así que tenemos un porche que mantiene la entrada en sombra, mientras que por las claraboyas entra luz procedente del norte que brilla en el interior del edificio.”

“Creemos que tiene sentido a largo plazo.”

Y por supuesto, hay también paneles solares en el tejado, además de puntos de recarga para motos y coches eléctricos en el aparcamiento.

Si bien es cierto que se necesita algo más que unas cuantas puertas para tener un edificio ecológico, unas puertas ineficaces sí pueden llegar a estropear parte de la buena labor realizada por otros medios. “Además del dinero que podemos ahorrar, también está el efecto psicológico de mayor confort que ejerce sobre clientes y empleados”, asegura Breuss. “Creemos que tiene sentido a largo plazo.”

Por Michael Lawton

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