“Nunca olvido una cara”
A comienzos de 2008, los medios de información se hicieron eco de los resultados de unas investigaciones llevadas a cabo en la Universidad de Glasgow cuya repercusión era enorme de cara al control de accesos en todo tipo de instalaciones corporativas, gubernamentales e incluso públicas. El catedrático de Psicología Mike Burton y sus compañeros habían desarrollado un sistema que estudiaba la familiaridad humana a partir de las variaciones detectadas en una serie de fotografías de un individuo, consiguiendo una exactitud del 100% en el reconocimiento facial automatizado de ciertas muestras. Estos avances de la tecnología biométrica, ¿tendrían el potencial para sustituir a otros métodos biométricos de seguridad tales como la verificación de voces, las huellas dactilares y el reconocimiento de retina?
Un año después, pensamos que era el momento de ponerse en contacto con Burton para que nos pusiera al día de los progresos realizados por el Glasgow Face Recognition Group, y de señalar algunas de las principales ventajas y desventajas de una tecnología biométrica potente cuya presencia no hace sino crecer en todo el mundo.
Cómo funciona
El reconocimiento facial normalmente utiliza una imagen del rostro proyectada sobre una superficie lisa, o bien un método más cuantitativo que examina partes específicas del rostro que no cambian de forma significativa con el paso del tiempo, como la órbita superior del ojo, el pómulo, la distancia entre los ojos, la longitud de la nariz o alguna medida similar. Los sistemas de 3-D pueden llegar a detectar signos de vitalidad (por ejemplo, examinando el pestañeo) para evitar el uso de una fotografía o un maniquí como credenciales. Existen dos categorías principales: una en la que el sujeto trabaja deliberadamente con una máquina que saca una foto de un individuo, frente a otra, que es la máquina diseñada para escanear multitudes a distancia, buscando rostros que puedan figurar en alguna base de datos de criminales.
Si bien la tecnología es atractiva y fácil de utilizar, Burton es el primero en admitir que estos sistemas de momento no son tan exactos como las técnicas biométricas anteriores al reconocimiento facial. Sobre los resultados que anunció en 2008, matiza que “la exactitud del 100% se obtuvo sólo en algunas muestras; desde luego, no hemos resuelto el problema en su conjunto.” Y añade que la labor del equipo de Glasgow en tiempos recientes se ha centrado en “qué comparar”, más que en “cómo hacer las comparaciones”; en lo que respecta a los rasgos faciales, a pesar de que hay muchas esperanzas de que el 3-D pueda capturar más información que el 2-D, lográndose así un mayor exactitud, “nadie ha dado todavía con un conjunto fiable de medidas que sea consistente para un individuo a lo largo del tiempo y que a la vez sea diferente para todos los demás.”
Pros y contras
Con todo, muchas compañías y grupos de investigadores son conscientes de que la tecnología del reconocimiento podría suponer un verdadero cambio de las reglas del juego de la seguridad, y están invirtiendo un gran esfuerzo en vencer estos obstáculos.
El reconocimiento facial tiene muchas ventajas, entre ellas la de absorber información de una amplia variedad de formatos (pasaportes, cintas de vídeo, imágenes de bases de datos y fuentes aún por desarrollar); dado que algunos usos no requieren que el sujeto sea consciente del proceso, se trata de la técnica biométrica menos intrusiva de todas; y se puede aplicar a grandes multitudes en tiempo real. Y aunque ya se utiliza con frecuencia en algunas zonas del mundo (con Estados Unidos, Reino Unido, Japón y Alemania a la cabeza, según Burton), esta forma de biometría no deja de tener un cierto estigma cultural, puesto que se trata de una práctica que en sus orígenes era habitual en comisarías.
Otros inconvenientes y variables que pueden afectar a los resultados, según el experto sueco Ulrik Söderström, de la Universidad de Umeå, son las dificultades que plantean los soportes basados en la luz, el factor humano de que muchos criminales podrían disfrazar sus rasgos faciales para engañar a muchas de las máquinas, y el hecho inequívoco de que en general todos reconocemos mejor a los individuos de nuestra raza que a los de otras. El reconocimiento facial es algo “muy dependiente de cada punto de vista”, como afirma Söderström, lo cual es un firme obstáculo no sólo para las máquinas que procesan datos sino también para el personal de seguridad, que en última instancia debe fiarse de su propio juicio a la hora de retener a un individuo que está frente a la máquina, o que está siendo escaneado de forma anónima en medio de una multitud.
No cabe duda de que la biometría, en todas sus formas, ya juega un papel muy importante en la seguridad mundial. Los informes del International Biometrics Group valoraban el mercado estadounidense de la biometría en 2005 en 1.500 millones de dólares USA, con el escaneado de huellas dactilares ocupando un 44% del mercado, el reconocimiento facial un 19% y la geometría manual un 9%. La tecnología intermediaria es responsable del 12% del total del mercado.