Manteniendo la enfermedad bajo control en los hospitales
Uno de los hospitales más importantes de Canadá previene con eficacia la propagación de elementos contaminantes y controla el acceso a las medicinas.
Los hospitales plantean retos de seguridad para su personal y sus pacientes. No hablamos únicamente de los problemas de control de accesos; además, hay que velar por la seguridad de enfermos y trabajadores. Los dos aspectos más problemáticos son la contaminación biológica y el acceso seguro a los medicamentos.
El doctor Serge Jothy es jefe del departamento de medicamentos del laboratorio del hospital St. Michael’s de Toronto, Canadá. Como en los laboratorios es frecuente encontrar productos químicos peligrosos y agentes potencialmente infecciosos, es preciso controlar su acceso para evitar riesgos.
“El acceso se limita a los trabajadores que tienen una tarjeta que no requiere clave”, afirma el doctor Jothy. Tras entrar en los laboratorios, el personal debe seguir determinados pasos para protegerse de los agentes potencialmente peligrosos y asegurarse de que no los transportan a otras áreas del hospital.
Uniformes protectores
“En el laboratorio de microbiología se almacenan cultivos de microbios durante varios días y después se tiran”, dice el doctor Jothy. Para protegerse de las muestras que suponen un peligro de infección, como la tuberculosis, el personal del laboratorio se protege con uniformes de cuerpo entero, con tejido de capa doble y su correspondiente máscara facial.
“Todo el equipo que se utiliza para examinar dichos especímenes después se desecha siguiendo un procedimiento riguroso”, afirma el doctor Jothy. En el caso de los especímenes más peligrosos, como la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob, todas las herramientas utilizadas para procesar y manipular los materiales se destruyen tras un único uso. También es esencial que los laboratorios cuenten con una ventilación adecuada. Los empleados de la sanidad solo manipulan especímenes de alto riesgo en entornos de presión negativa.
Dejando a un lado los laboratorios, los hospitales también deben tomar las medidas necesarias para impedir la propagación de infecciones entre sus pacientes y personal. La clave está en una higiene adecuada.
“Hay medidas que no son de alta tecnología pero que resultan igual de eficaces, como lavarse bien las manos”, comenta el doctor Jothy.
Detener el SRAS
Tras un brote del Síndrome Respiratorio Agudo Severo (SRAS) en Toronto en 2003, los hospitales canadienses reaccionaron con rapidez e implementaron medidas para reducir la propagación de esta enfermedad potencialmente letal. Hoy en día, dichas medidas de prevención han pasado a ser la práctica habitual.
A todo paciente que ingresa en el hospital St. Michael’s se le realizan pruebas de enfermedades infecciosas. A los que presentan algún síntoma, por leve que sea, se les lleva a áreas aisladas del hospital y todo el personal que trabaja con ellos se protege con las máscaras adecuadas.
“Esto supone una mejora con respecto a hace cinco o diez años”, dice el doctor Jothy. “En los últimos años, varios lugares de distintos puntos de Canadá presentaron casos graves de infecciones de Clostridium; razón por la que comenzaron a tomarse estas medidas.”
El brote de SRAS de 2003 obligó a los hospitales a aplicar de forma universal medidas estándar que ya eran bien conocidas.
“No se trataba de utilizar nuevas tecnologías, sino de asegurarse de que dichas medidas se aplicaban de forma inmediata”, explica. “La experiencia nos ha enseñado que una situación puede complicarse en muy poco tiempo. Un elemento importante de la educación consiste en insistir al personal sanitario en las medidas más obvias, como lavarse las manos o cerrar las puertas con llave.”
Otro aspecto en el que los hospitales están adoptando las mejores prácticas para asegurarse la protección y la seguridad de sus pacientes es el almacenamiento y la distribución segura de productos farmacéuticos.
Medicinas bajo llave
Para mantener a buen recaudo las medicinas del hospital es necesario controlar su acceso, tal y como hacen en los laboratorios del hospital St. Michael’s.
“Es la parte más convencional del proceso”, afirma la doctora Janice Wells, directora del departamento de farmacia del hospital St. Michael’s. “Utilizamos un sistema de acceso de tarjetas sin clave para controlar quién entra y sale de la farmacia.”
El movimiento y el almacenado de cada fármaco se monitorizan por medio de un sistema de control de inventario.
“Utilizamos un sistema llamado Smart Stream”, dice la doctora Wells. “Es un sistema de compra y gestión financiera, pero también nos permite controlar el movimiento de los fármacos.”
Todos los medicamentos llevan un código de barras. Como en muchos hospitales, el St. Michael’s emplea un alto grado de automatización para encargar, empaquetar y dispensar medicamentos. Cada vez que un médico realiza un pedido electrónico de un medicamento, dicho pedido llega a la farmacia para ser evaluado y validado. Un sistema automatizado se encarga en gran medida de dispensar el medicamento y después se facilita a las enfermeras, que emplean un sistema de administración médico para comprobar que el código de barras del producto coincide con el código que cada paciente lleva en su pulsera.
“Hemos sistematizado un proceso complejo para prevenir errores médicos y facilitar a las enfermeras las herramientas necesarias para realizar su trabajo”, afirma la doctora Wells. “La seguridad y el control de los medicamentos son dos ventajas importantes de este sistema, pero nuestra verdadera prioridad es cuidar bien de nuestros pacientes.”
Al contrario que en una farmacia normal, en la que un paciente recibe varias dosis del medicamento recetado y se encarga de administrárselas él mismo, en hospitales como en St. Michael’s utilizan un sistema dispensador de una “dosis individual”. Desde la farmacia del hospital tan solo se administra la cantidad del medicamento que el enfermo necesitará en las siguientes 24 horas.
“Por medio del sistema de dosis individual, la enfermera recibe el medicamento de forma que prácticamente está listo para ser administrado”, dice la doctora Wells.
Gracias a este potente sistema de seguimiento, el hospital St. Michael’s controla la administración segura de hasta cuatro millones de dosis de medicamentos que se entregan cada año a pacientes del centro.
“Mediante el uso de los códigos de barras, hemos reducido significativamente las posibilidades de error, y ofrecemos a nuestras enfermeras la forma de detectar cualquier error incluso antes de que el medicamento llegue al paciente”, afirma la doctora Wells.
Por Rachel Sa