Manteniendo a 007 a salvo
Se cumplen 50 años del estreno de la primera película de James Bond, y los artilugios típicos de esta popular saga se han vuelto cada vez más sofisticados; algunos de sus avances tecnológicos han abierto la puerta a soluciones de seguridad modernas.
James Bond estuvo rodeado de tecnología desde el primer día, si bien los primeros ejemplos fueron relativamente poco espectaculares. En 1962, Dr. No presentó a Sean Connery equipado con su característica arma de fuego Walther PPK 7,65 mm, un reloj Rolex Submariner, un contador Geiger y una bolsa que se autodestruía. No son cosas que se puedan comprar en el supermercado local, pero lo más probable es que alguien como James Bond tampoco frecuente mucho los supermercados.
En la segunda película, Desde Rusia Con Amor, había un par de inventos que tal vez sorprendieran en 1963, pero que hoy nos resultan un pelín “vintage”: al fin y al cabo, los buscas ya solo se usan en las teleseries de hospitales. ¿Quién necesita un aparato que le avise de que le han pinchado el teléfono, cuando hoy en día se puede pinchar cualquier teléfono a distancia? ¡Y esas grabadoras de carrete escondidas en cámaras! Exacto: ¿qué es una grabadora de carrete?
Imitando la seguridad real
Pero como explica el guionista y experto en Bond John Risner, “los artilugios de las dos primeras películas se inspiraron en lo que aparecía en los libros originales, pero para cuando se rodó Goldfinger [1964] los productores decidieron que esos artilugios debían ser un poco más grandes.”
Es entonces cuando entra en escena el Aston Martin DB5 de Bond, con ametralladoras ocultas tras las luces frontales, matrículas giratorias, un asiento eyector y sprays de humo en la parte trasera. En la película hay una bomba atómica y un sombrero bombín letal (no solo los buenos tienen este tipo de artilugios), además de un traje de buzo más bien absurdo, con un patito de goma en la cabeza (no todos los artilugios tienen porqué ser serios).
Pero tal y como apunta Risner, esos artilugios nunca andan muy alejados de la realidad: “Los productores se fijaban en tecnologías que ya estaban disponibles o en preparación, y simplemente iban un paso más allá.”
Ken Adams, diseñador de producción de las primeras películas, solía informarse de lo que había por ahí leyendo revistas o visitando ferias de seguridad. Risner nos da un buen ejemplo: “El minihelicóptero Little Nellie [de Solo Se Vive Dos Veces, de 1967]: Ken Adams lo vio en una revista y se puso en contacto con su inventor. Creo que todavía se sigue produciendo.” (Aunque seguramente sin lanzaderas de cohetes, misiles teledirigidos ni lanzallamas).
Ya fueran rastreadores GPS o teléfonos en el coche, los primeros artilugios de Bond iban adelantados al mundo real.
Un aparato llama la atención de la CIA
Pero según Mark Stout, historiador del International Spy Museum de Nueva York y antiguo oficial del servicio de inteligencia, a veces el proceso se daba a la inversa, y eran las películas de Bond las que daban ideas al mundo real.
“Hay un aparato que utiliza James Bond para rastrear a Goldfinger en la pantalla de su coche”, recuerda. “La CIA mostró mucho interés en la época, e intentó desarrollar algo similar.” Aquella vez no llegó a materializarse, pero hoy en día es muy fácil.
Otro ejemplo: el dispositivo de reconocimiento facial que utiliza el malvado Zorin en Panorama Para Matar (1985), que tomaba una imagen de Bond disfrazado y la pasaba por un ordenador, el cual lo identificaba a partir de sus inconfundibles rasgos faciales. “El oficial de la CIA William Casey llamó a Tony Mendez, que ahora trabaja con nuestro museo, y le preguntó: ‘¿Tenemos algo similar?’ Examinaron la posibilidad, pero era demasiado difícil para la época”, explica Stout.
Hoy en día, esa tecnología está muy extendida y funciona con gran precisión.
Imágenes térmicas
Stout confiesa haberse sentido decepcionado con lo que parecía en principio una tecnología tan improbable como la del coche invisible de Muere Otro Día (2002). Q (el hombre que provee a Bond de artilugios al comienzo de casi todas las películas) explica que funciona utilizando un camuflaje activo, al estar rodeado de videocámaras que proyectan en un lado de la carretera imágenes de lo que hay al otro lado, de modo que el coche “desaparece”.
“Pero en 2011”, dice Stout, “BAE presentó su camuflaje militar Adaptiv, que logra exactamente eso en el espectro de infrarrojos más próximo, haciendo que un tanque desaparezca gracias a dispositivos de visión nocturna de imagen térmica. ¡Se podría decir que BAE ha logrado diseñar un invento muy James Bond!”
Ahora bien, tanto Stout como Risner se muestran de acuerdo en que los artilugios deben tener su sitio en las películas. Tal y como explica Risner, “el público quiere que Bond se las arregle por su cuenta. Nos encantan todos esos aparatos y los echaríamos de menos, pero tampoco queremos que Bond resuelva todos sus problemas gracias a ellos.”