Husmeando sospechosos
Imaginad una escena en la que unos investigadores se acercan a un sospechoso que hace cola para embarcar en un vuelo trasatlántico. Lleva una sudadera con capucha, enormes gafas de sol y unos guantes muy gruesos. Antes de que pueda decir palabra, los investigadores ya han escaneado las zonas de su cara que quedan a la vista con una cámara de vigilancia. Y es que anteriormente ya habían detectado un olor característico cuando esta persona pasó junto a un sensor oculto en el mostrador de facturación, y habían medido las pulsaciones de su corazón sin que él lo supiera al apoyarse en una barandilla metálica.
Partiendo de esos escaneados, ya saben quién es, saben también que está buscado en tres países y que está a punto de contar una mentira.
Gracias a las investigaciones biométricas que se están llevando a cabo en laboratorios de todo el mundo, este tipo de identificación y pesquisas podrían hacerse realidad en unas pocas décadas.
Mientras que la mayoría de las investigaciones de las que tenemos noticia se desarrollan en el área tradicional de reconocimiento de huellas dactilares, iris y rostro, otros investigadores se dedican a explorar rasgos tales como la carga eléctrica del cuerpo, el olor corporal e incluso las “huellas óseas” como métodos potenciales para identificar y obtener información sobre personas de una forma más fiable que hasta el momento.
“El mercado de la biometría está en pleno apogeo, lo cual anima a muchas personas a explorar otras áreas de la identificación humana”, explica Anil Jain, eminente catedrático de ciencias informáticas de la Universidad de Michigan, y director del Biometrics Research Group.
Los argumentos a favor de las huellas dactilares son obvios. Los médicos forenses llevan usándolos durante más de un siglo para identificar a personas, y se trata de una tecnología fiable y fácilmente disponible. “Los escaneados de iris y el reconocimiento facial también están madurando hasta alcanzar un nivel similar de aceptación y fiabilidad”, afirma Zack Martin, editor de Regarding ID, una publicación del sector de la biometría y la identificación que se edita desde Tallahassee (Florida).
Pero incluso con las enormes bases de datos de huellas dactilares de que disponemos y los rápidos progresos de la biometría del iris y el rostro, los investigadores siguen buscando formas de expandir los usos y modos de la biometría más allá de sus actuales capacidades.
Una razón por la que la investigación de biometrías es tan atractiva es, en opinión de Arun Ross –profesor adjunto de ciencias informáticas e ingeniería eléctrica en la Universidad de West Virginia–, el hecho de que la actual tecnología biométrica tiene sus limitaciones a la hora de examinar a individuos no cooperativos desde cierta distancia.
Estos sospechosos no cooperativos, como podía serlo nuestro hombre de la cola del aeropuerto, son una de las razones por las que el Departamento de Seguridad de Interior estadounidense espera ser capaz muy pronto de husmear –de manera literal– a verdad.
Los oficiales de Seguridad de Interior confían en que los rasgos biométricos que contiene el olor corporal de cada persona, que es único, pueda dar lugar a algún descubrimiento sobre la disposición de cada individuo, e incluso revelar si está a punto de decir una mentira. Esto sería especialmente útil durante rastreos de seguridad e interrogatorios, en el caso de que la tecnología demuestre ser viable y adoptable hasta el punto de usar detectores de color ocultos sin que lo sepa la persona que está siendo escaneada.
Algunos investigadores creen que los detectores de olor pueden llegar a desarrollarse hasta permitir a los oficiales el uso del olor para identificar a individuos específicos.
Otros investigadores, por su parte, están examinando el interior del cuerpo humano para hallar modos mejores de identificación. Una línea de investigación se propone obtener el electrocardiograma de las personas. Los investigadores esperan que los ritmos y patrones únicos que presenta el pulso del corazón de cada persona lleguen a ser una forma no intrusiva y fiable de identificación.
Otro identificador interno cada vez más prometedor es el uso de “huellas óseas” como método infalible de identificación.
Así como las huellas dactilares capturan patrones únicos en los dedos, las huellas óseas consistirían en el escaneado acústico de un hueso específico, como por ejemplo el pulgar. Los sensores registrarían la densidad del hueso y otras características identificables, creando una plantilla que se podría usar para obtener un marcador de identificaciones sin réplica posible.
Y aunque estas nuevas líneas de investigación pueden parecernos ideas excéntricas, Martin dice que todo esto le recuerda a otra tecnología emergente que de primeras no llegó a obtener una aceptación general: los escaneados de las venas de las palmas de la mano.
Un escaneado de la palma de la mano captura los patrones irrepetibles que trazan las venas en la mano de un individuo. Y aunque no son tan populares como las huellas dactilares, Martin asegura que se utilizan en cajeros automáticos de Asia y Brasil, y también en algunos expendedores de tarjetas del seguro médico en Estados Unidos.
Pero antes de que empiecen a llegar los pedidos de nuevos aparatos biométricos como los lectores de huellas óseas, es preciso que nos paremos a evaluar la tecnología desde un punto de vista comercial. Y ello porque, incluso en caso de que la nueva tecnología funcione, si resulta demasiado cara, o si los lectores son demasiado intrusivos o poco manejables, no van a resultar prácticos, explica Jain. “Si no existe un modelo comercial para un sistema biométrico, va a ser imposible que despegue en el sector comercial.”
Lo cual no quiere decir que las nuevas tecnologías no tengan su lugar.
“Cuanto más interactuemos con otras personas en el ciberespacio, más importante va a ser establecer nuestra identidad de una manera fiable y sólida”, dice Ross. “Llevar la tecnología más allá de lo que conocemos actualmente va a ser muy importante.”
Por Michael Giusti
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