Evitando filtraciones de información
Hubo una época en la que existían la banca de inversión, la banca comercial, los agentes de bolsa y otros proveedores de servicios financieros especializados, y cada uno de ellos realizaba su propia función. Pero eso ya pasó a la historia: hoy en día, muchas instituciones financieras quieren hacerlo todo ellas, con lo cual las normas han tenido que adaptarse a tenor de esta nueva situación.
Pero esto ha creado un nuevo problema: si una institución financiera está realizando una fuerte inversión en una compañía, e incluso ocupa puestos en su junta directiva, puede tener acceso a información confidencial capaz de condicionar la decisión de prestar o no dinero a dicha compañía… o a la competencia. También accederá a datos que pueden ser muy valiosos a la hora de aconsejar a sus clientes sobre la conveniencia de comprar acciones de esa empresa, siendo además parte interesada en la venta de esas acciones. Y puede gestionar acciones, bien suyas o en representación de un tercero, valiéndose de informaciones internas obtenidas en calidad de inversor.
Estos conflictos de intereses ya han derivado en grandes escándalos con anterioridad: por ejemplo, ha habido bancos que compraban acciones de una empresa a la vez que aconsejaban a otra empresa sobre la adquisición de aquella, manipulando por tanto el precio a su conveniencia. O departamentos de estudios de mercado que se muestran exageradamente optimistas sobre las perspectivas de una compañía en la cual tiene intereses la institución financiera a la que pertenecen.
Murallas chinas
Han sido las propias empresas dedicadas a la gestión de valores las que han introducido el concepto de murallas chinas como medio de restablecer la credibilidad de sus dañadas reputaciones. Una muralla china separa las distintas funciones de una institución financiera de modo que no exista comunicación entre ellas.
Esto ha incrementado la relevancia de la tecnología, ya que es preciso impedir que el personal se mueva libremente de un área a otra, ya sea en sentido físico o virtual. ASSA ABLOY ha cooperado recientemente con Cisco Systems en el desarrollo de un sistema que dieron a conocer conjuntamente. Con dicho sistema, sólo el personal autorizado que esté dotado de credenciales para un espacio físico específico puede acceder a determinadas áreas de TIC (tecnologías de información).
“Las puertas forman parte de las infraestructuras de TIC”, dice Eric Michélsen, director de interconectividad de ASSA ABLOY. “En esta solución, tanto el acceso como el registro son gestionados por un servidor de autorización.” El sistema verifica si el portador de la tarjeta es realmente la persona autorizada a través de diversos métodos de identificación: por ejemplo, una tarjeta combinada con un número PIN para los accesos, y una contraseña unida a una huella dactilar escaneada como requisitos para registrarse.
Conflictos de intereses
Un buen ejemplo de la filosofía de estas murallas chinas es la siguiente declaración realizada por el banco ING, con sede en los Países Bajos: “ING ha establecido una política, unos procedimientos y una serie de medidas físicas (conocidas colectivamente como “murallas chinas”) con objeto de gestionar informaciones confidenciales y prevenir la difusión imprevista y el uso impropio de informaciones internas, así como la publicación de las mismas…Las murallas chinas han sido pensadas para actuar como barrera entre la Información Interna y la Información Confidencial. Son también una forma de gestionar posibles conflictos de intereses.”
Carolien van der Giessen, portavoz de ING, lo explica así: “Dentro del propio Departamento de Inversiones de ING, la gestión de activos pertenecientes a ING se lleva a cabo en una planta distinta (con acceso controlado) a la de los expertos en fondos que se ocupan de activos de terceros.”
Van der Giessen afirma que, en caso de existir conflicto de intereses, “podemos tomar medidas adicionales tales como hacer partícipes a los clientes del conflicto potencial, optando por no intervenir (por ejemplo, absteniéndonos de hacer uso de nuestros votos) o renunciando al mandato.”
…pero la gente seguirá hablando
La transparencia es un asunto fundamental, dice Nejat Seyhun, catedrático de Económicas en la School of Business de la Universidad de Michigan. En su estudio “Insider Trading and Effectiveness of Chinese Walls in Securities Firms” (Comercio Interno y Eficacia de las Murallas Chinas en las Firmas de Valores), que está a punto de ver la luz en el Journal of Law, Economics and Policy, afirma que en general las muralla chinas distan mucho de ser herméticas, siendo así que las empresas de valores con representación en las juntas de otras compañías a menudo utilizan la información obtenida para fines inversores. “Creo que los clientes no son conscientes de lo que se hace con la información que se tiene de ellos”, declaró a The Future Lab. Los clientes “deberían dar por hecho que en las murallas chinas hay filtraciones”, y deberían exigir datos sobre todas las transacciones relativas a sus acciones, por ejemplo, o poder realizar un seguimiento cercano de sus acciones en torno a las fechas en que se ejecutan sus órdenes.
El profesor Seyhun no parece tener mucha fe en este tipo de parches técnicos. “Mientras existan incentivos económicos para la obtención de informaciones internas, la gente seguirá actuando igual.” Al fin y al cabo, no se puede evitar que la gente hable. Pero la tecnología puede aportar algo. “Se puede saber quién ha tenido acceso a información cada vez que ocurra algo, y se puede incluir a esa persona en una lista negra. Y si hay una filtración, siempre se puede avisar al cliente.”
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