¡Cuidado con el escalón (digital)!

Tal vez procuras ocultar el PIN de tu tarjeta cada vez que la introduces en un cajero. Tal vez cambias las contraseñas de tu ordenador con cierta frecuencia. Puede que incluso te abstengas de proporcionar muchos datos personales en tu red social favorita. Pero en un mundo tan lleno de conexiones como éste, todos vamos dejando huellas digitales a nuestro paso, por mucho que intentemos evitarlo.

“Ya estemos navegando por la red, comprando artículos con tarjetas de crédito o de débito o utilizando medios digitales –un teléfono, un reproductor de música o un GPS–, todo lo que hacemos en esta sociedad digital queda registrado de alguna forma. Esa es nuestra huella digital”, dice Jesse Hirsh, un periodista experto en tecnología e Internet de Toronto (Canadá).  

“Hay miles de sistemas siguiéndonos, por distintos tipos de motivos: nuestros hábitos de consumo, el interés de nuestros jefes, o bien por una tendencia general al seguimiento que abarca a toda la sociedad en su conjunto”, explica Hirsh.

Muchas veces estos registros son ignorados, pero lo normal es que sean almacenados para su uso futuro en bases de datos privadas –bases de datos a las que no solemos tener acceso, o de cuya existencia no tenemos la menor idea–. “En estos momentos, y dado que todas estas bases de datos están desconectadas entre sí, el riesgo es bajo”, afirma. “Sin embargo, es inevitable que todas ellas acaben estando interconectadas, y cuando esto ocurra, datos que creíamos perdidos reaparecerán y será fácil acceder a ellos.”

Fuera de control
El principal peligro que suponen estas huellas digitales es la pérdida de control sobre nuestra propia información.  

“Lo que es fundamental para la privacidad de la información es que el individuo ejerza un cierto grado de control sobre su propia información. Pero sabemos que ese control está desapareciendo a toda velocidad”, dice la profesora Ann Cavoukian, responsable del área de privacidad de la región de Ontario  (Canadá). “El concepto de autodeterminación en la información, por la cual es el individuo quien determina el destino de su información personal, puede convertirse en una reliquia del pasado con la llegada de la red 2.0.”  

La pérdida de control sobre nuestra propia información es una grave amenaza para nuestra privacidad. Uno de los peligros más evidentes es el fraude de identidades. “El robo de identidades a través de Internet es la forma de fraude al consumidor que crece con mayor rapidez hoy en día”, afirma la profesora Cavoukian.  

Puede tener también consecuencias más leves, pero también molestas, como la de someternos al escrutinio de los estudios de mercado.   

“Puesto que no controlamos nuestras huellas digitales, quienes sí las controlan tienen el poder de controlarnos a nosotros”, alerta Hirsh. “Pueden hacerlo explotando nuestras necesidades y deseos (que conocen gracias a nuestros hábitos de consumo) y otros datos que por sí solos carecen de significado, pero que combinados dan una buena idea de nuestro pasado, presente y, tal vez, incluso nuestro futuro.”  

La profesora Cavoukian enseña a personas de todas las edades a controlar sus huellas digitales haciéndoles reflexionar sobre las consecuencias de que determinadas personas puedan tener acceso a información online. “A esta técnica la llamamos “Cuidado con las cinco Ps”, explica. Para los niños, son los Predadores. Para los adolescentes, los Padres. Para los jóvenes que van a la universidad, serían los Profesores. Y cuando acceden al mercado laboral, son los Posibles Jefes.

“Los profesores examinan de manera regular los perfiles de sus estudiantes, y esto puede tener consecuencias funestas”, avisa la profesora Cavoukian. Los adultos, sobre todo en nuestro sistema económico, deberían pensárselo dos veces antes de exponer información personal a Posibles Jefes (el 77% de los encargados de personal suele consultar los perfiles de Facebook). Y la última P es la Policía.

Privacidad por Sistema
Por tanto, si no somos capaces de borrar nuestras huellas digitales, y no podemos evitar ir dejándolas a nuestro paso, ¿qué podemos hacer para protegernos y evitar que nuestra información caiga en manos de quien no debe? El departamento de la profesora Cavoukian desarrolló la idea de la “Privacidad por Sistema”, un proceso que reclama que los controles de privacidad sean incorporados  directamente a la tecnología, en vez de dejar dichos controles en manos de los reguladores a posteriori.

“Yo misma soy reguladora,” afirma, riéndose. “Por eso soy consciente de que no siempre funciona.”

La profesora Cavoukian menciona Secure Visual Object Coding, una nueva tecnología de encriptamiento para cámaras de vigilancia desarrollada en la Universidad de Toronto por el catedrático en ingeniería Kostas Plataniotis y el estudiante de doctorado Karl Martin. Esta tecnología permite que las cámaras muestren únicamente los contornos borrosos de las personas, sin aportar más rasgos de identificación.

“De este modo, todavía se puede ejercer la vigilancia, pero no queda ninguna huella digital”, explica la profesora Cavoukian. “Esta función viene integrada en el tejido mismo de la tecnología.” En caso de que las fuerzas del orden necesiten ver esas imágenes más adelante, se requerirán dos firmas de cargos autorizados para acceder a la clave de encriptamiento, la cual permitirá ver a las personas capturadas en las imágenes de estos videos.

La profesora Cavoukian también anima a las personas a practicar la minimización de datos: suministrar al ciberespacio únicamente aquellos datos estrictamente necesarios. “Yo suelo practicar esto”, afirma. “Nunca envío un mensaje ni un e-mail sin preguntarme primero: ¿podría aparecer esta frase en la portada de un periódico? Si esta información se hiciera pública, ¿podría tener consecuencias negativas?”

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